martes, 13 de enero de 2009

EL MIEDO COMO FORMA DE HACER POLITICA: A PROPÓSITO DE LA CAMPAÑA POR EL NO A LA CONSTITUCIÓN


EL MIEDO COMO FORMA DE HACER POLÍTICA:

A PROPÓSITO DE LA CAMPAÑA POR EL NO A LA CONSTITUCIÓN


Por Mario Rodríguez I.


Cuando se verifica la ausencia de propuestas convincentes solo queda el miedo como refugio de la acción política.


El miedo busca paralizar. El miedo suele ser utilizado para erosionar el ambiente de cambio, ya que el miedo es aliado de la seguridad buscada en el rincón de la inmovilización, en el escondite último para guardar la cabeza y el corazón. El miedo es una forma de acción política muy utilizada para evitar los cambios y mantener las cosas tal cual.


Provocar el miedo en los otros y las otras es una manera de actuar de quienes sienten temor de perder sus privilegios, su lugar dominante, su control del poder.


El macho temeroso de la libertad de la mujer ejerce la violencia para producir miedo a esa libertad, para tratar de retener a la pareja por temor.


El adulto asustado de la autonomía del niño ejerce la violencia para tratar de confundir miedo con respeto.

El imperio que se resquebraja ante los cambios en los pueblos, decide invadir, atacar, golpear, matar para producir miedo paralizante, miedo conservador, miedo al derecho de cambiar.


Las élites que detentaron históricamente el poder y saquearon el país hace rato que perdieron la capacidad de convencer, de tener proyecto de país seductor para la mayoría de la población; ya ni siquiera son capaces de pensar como país, sólo como logia que busca retener la mayor cantidad de privilegios posibles.


Ante la ausencia de capacidad política para convencer y generar consenso, el refugio de su actuación política es el miedo. Temerosos de perder sus privilegios y el poder, buscan provocar miedo en la población. Miedo que paralice, miedo al cambio, miedo a la hermosa aventura de creer que otra Bolivia es posible. El poder conservador solo cree en el miedo como forma de acción política.


Sus temores les llevaron a las jornadas de violencia, clasista y racista, de agosto y septiembre del 2008. Entonces buscaron provocar miedo en la población a través del ejercicio de la violencia física. La toma de instituciones públicas, la agresión a diferentes personas por el sólo hecho de ser pobre o indígena, la amenaza a las voces disidentes de su discurso y a medios de comunicación no subordinados a su poder, los ataques masivos planificados como el intento de la toma del mercado campesino y el asesinato y la masacre como en Pando fueron algunas de las formas de esa actuación que buscaba provocar miedo en la gente ante el cambio.


Hoy, su estrategia de campaña para votar por el no a la nueva Constitución Política del Estado tiene el mismo principio. Violencia simbólica para producir miedo en la gente ante el cambio. Se miente, se exagera, se distorsiona para producir miedo.


Dicen entre otras cosas: “si usted vota por el sí, los mestizos no seremos incluidos; la nueva Constitución expulsa a Dios del país y fomenta el aborto; se incentiva la homosexualidad y la superioridad indígena, etc.”.


El miedo anida en la inseguridad y en la confusión. Pero ¿qué pasa cuando la población, la mayoría del país no está en insegura y confundida? Cuando la gente sabe distinguir los mensajes y reconoce las mentiras y exageraciones, cuando reconoce que la nueva propuesta constitucional respeta, como nunca, la diversidad y está construida a partir del principio de inclusión de todos y todas: mujeres, homosexuales y varones, indígenas y no indígenas, cristianos y creyentes de cualquier confesión religiosa, etc.


No es una Constitución perfecta, hay mucho todavía por mejorar, pero sin duda es abismalmente más equitativa, incluyente y respetuosa de las diferencias que lo que vivimos hasta hoy desde la invasión europea a nuestras tierras y desde la creación de Bolivia como república.


La política del miedo como forma de actuación política de las élites logieras y los sectores conservadores no tiene asidero donde sustentarse. Es sólo la expresión de su ausencia de proyecto de país y de su incapacidad de convencer al país. Provocar miedo a través de la violencia física y simbólica es el último refugio de quienes saben que están perdiendo sus privilegios y el control del poder.


El 25 de enero la población boliviana está ante otro hermoso reto histórico para demostrar que el miedo y la fatalidad no son nuestro destino, que otra Bolivia es posible. Yo votaré por el sí, no me da miedo decirlo.

http://evolucion-bolivia.blogspot.com/


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