Por Mario Rodríguez I.
"Ahora sí tenemos el camino abierto, entendiéndonos como bolivianos, un camino abierto, dialogando con distintos sectores, para aplicar la primera Constitución aprobada por el pueblo boliviano" (Evo Morales, discurso del pasado 6 de diciembre)
Los resultados de las elecciones generales realizadas en Bolivia el pasado 6 de diciembre son los que abrieron, de forma definitiva, ese camino hacia la aplicación de la nueva Constitución Política que termina de reconfigurar el nuevo Estado que va brotando en la Bolivia posible de hoy. Los resultados fueron contundentes a favor del proceso de cambio que vive el país y son una invitación inevitable a profundizar el mismo.
1. Antecedentes necesarios: la crisis boliviana y el inicio del proceso de cambio
Recordemos que el modelo neoliberal en lo económico, pero neoconservador en lo político, se instauró en Bolivia en 1985. Sin embargo, el gran salto neoliberal acontece con las llamadas reformas de segunda generación en los años 1993 y 1994. El año 2000 ese modelo empezaba a visibilizar sus límites y la profunda crisis a la que se estaba sometiendo al país. La crisis tuvo tres rasgos centrales y complementarios entre sí:
Una crisis del sistema político que se expresaba en el denominativo de democracia pactada. Desde 1985 los gobiernos se turnaron en alianzas que se distribuían el botín estatal. Los partidos que administraban por turnos el gobierno hicieron un uso saqueador, corrupto e ineficiente de la administración estatal. La población ante este secuestro de lo político por pequeños sectores de la denominada “clase política” demandó participación.
Una crisis del modelo económico neoliberal que regaló nuestro patrimonio a empresas transnacionales, generó condiciones por demás serviles y provocó una aguda crisis que expulsó a miles de bolivianos y bolivianas fuera del país en búsqueda de nuevos horizontes económico. La sociedad sentía la necesidad de un cambio en las políticas económicas que permitieran cerrar esas “venas abiertas” que desangraban al país.
Una crisis del modelo de normalidad construido en base a la exclusión y explotación de la mayoría de la población que juntaba dos rasgos complementarios: clases sociales empobrecidas y orígenes indígenas. El modelo de colonialidad, nacido a partir de la invasión europea, siguió vigente con diversos rostros durante los casi 200 años de vida republicana. La irrupción de nuevos sujetos políticos colocó en cuestionamiento esa normalidad colonial y trajo la memoria larga del pueblo al escenario de la lucha contemporánea.
El año 2000, con los bloqueos de caminos campesinos y cocaleros y la llamada “guerra del agua” en Cochabamba (primer triunfo sobre las políticas privatizadoras neoliberales), se marcaba el hito inicial de la crisis boliviana.
El año 2003 la crisis tocaba fondo en los luctuosos hechos de febrero y la “guerra del gas” de septiembre y octubre. De ahí en adelante, se vivió un proceso de inestabilidad que culminaría, esperanzadoramente, en las elecciones de diciembre del 2005. En ese evento electoral Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS) salieron triunfantes con un rotundo 53,7% de apoyo ciudadano; era el inicio de otro camino que se consolida con los resultados de las pasadas elecciones donde Evo Morales y Álvaro García recibieron el respaldo de aproximadamente el 63% de la población.
2. El camino electoral entre el 2002 y el 2009
El año 2002 se celebraron elecciones generales, Gonzalo Sánchez de Lozada, la expresión más radical del neoliberalismo ganó las mismas con aproximadamente el 22% de votos. El MAS obtuvo un sorprendente segundo lugar con el 20,94%, fue el último antecedente antes de encadenar una serie de victorias electorales notables que marcan hitos del proceso pacífico de revolución que vivimos.
Desde el año 2005 los bolivianos y bolivianas fuimos convocados a 5 eventos electorales. En todos ellos ganó el pueblo, el proceso de cambio, el MAS y Evo Morales con un porcentaje siempre superior al 50% del electorado. Un recorrido por demás elocuente que demuestra el apoyo que recibe la revolución democrática cultural.
Como ya se dijo el año 2005 la victoria del MAS fue con casi el 54% de los votos, un gran triunfo opacado sólo por la presencia de la oposición radical de derecha en los gobiernos departamentales de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija, La Paz y Cochabamba, luego se sumaría Chuquisaca (7 de los 9 departamentos del país) y el control mayoritario de esos mismos partidos en la cámara de senadores.
Poco después, en el año 2006 se eligieron asambleístas constituyentes donde el MAS obtuvo el 50,7% de apoyo electoral. Otra gran victoria pero no suficiente para tener los dos tercios de los votos asamblearios, lo que llevó a un proceso de construcción de la nueva Constitución cargado de tensiones y conflictos.
En plena ofensiva oligárquica y logiera a través de las prefecturas departamentales opositoras, sus comités cívicos funcionales y los partidos de derecha, en agosto del 2008 se celebró un Referéndum Revocatorio de mandatos en el que el presidente Morales y su vicepresidente recibieron el apoyo del 67,41% de la población. En contrapartida, el debilitamiento de oposición se expresaba en la revocatoria de dos prefectos opositores, en La Paz y Cochabamba (éste último candidato a presidente del bloque extremo de derecha en las pasadas elecciones del 6 de diciembre). Poco después, ante el inminente proceso de fortalecimiento de la revolución democrática cultural, la derecha radical llevaría al país a un escenario de violencia que culminaría con la masacre de campesinos y campesinas en Pando, en septiembre de ese año, y la detención de Leopoldo Fernández, prefecto opositor en ese departamento, por sus responsabilidades en esos crímenes. La oposición radical entraba en un proceso de erosión creciente, pasaba de contralar 7 gobiernos departamentales a tener sólo 4.
En enero del 2009 se realizó el Referéndum para la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado. El nuevo texto constitucional recibió el apoyo del 61,43% de los votos. Sin embargo, todavía el Congreso y la cámara de senadores en manos de la oposición eran el obstáculo central para la promulgación de nuevas leyes que adecúen el país a la nueva carta magna.
Ahora, fruto de la promulgación de la nueva Constitución, vivimos un nuevo proceso electoral. Se trata, en términos políticos, de la victoria más contundente del proceso y que consolida los cambios en el país.
3. Las conclusiones de la votación del 6 de diciembre
Son muchas las lecciones que podemos sacar del proceso electoral que acabamos de vivir. Me detendré en algunas de ellas.
La vocación de participación como la base del proceso político
El primer aprendizaje notable es la gran voluntad del pueblo boliviano de ser parte de las decisiones importantes del Estado. Recordemos que la crisis política del año 2003 se desató principalmente por una demanda de participación en las decisiones. Esa voluntad sigue siendo intensa y se expresa en los actos electorales.
Antes de la apertura de las mesas de sufragio ya había, en casi todos los recintos electorales en Bolivia y en el exterior, largas filas de personas queriendo emitir su voto. Sin datos finales, el porcentaje de asistencia supera el 90%. Tremenda voluntad popular que no se agota en el acto de emitir el voto, sino en una disposición social a participar, a través de movimientos sociales y diversas organizaciones en la gestión de lo público, en la definición de los caminos de esta Bolivia posible que sigue brotando con una mezcla de realidades y esperanzas. Sin participación ciudadana no habría el proceso político que vivimos.
La participación se orienta hacia la izquierda y el cambio
Los resultados electorales muestran la determinación contundente del pueblo boliviano para apoyar el proceso de cambio iniciado en diciembre del año 2005. La reelección Evo Morales y Álvaro García fue alcanzada con el voto aproximado del 63% del total, 9 puntos más que en el año 2005. El crecimiento del apoyo al proceso de cambio es impresionante e impactante. En algunas comunidades, barrios urbanos o en el voto en el exterior se llegaron a apoyos que superaron el 90% a favor del Movimiento al Socialismo. Algunos departamentos llegan al 80% de apoyo y el que menos, Beni, rebasa la barrera del 35%, lo que demuestra que el proceso de cambio goza de buena salud y de un apoyo consistente y creciente de ese pueblo organizado.
El gran apoyo exige profundizar y cualificar el proceso de cambio
Con semejante apoyo ciudadano, especialmente con la obtención de más de dos tercios de la Asamblea Legislativa Plurinacional, el proceso de cambio está desafiado a profundizar sus conquistas y transformar radicalmente el Estado en función de la nueva Constitución Política del Estado promulgada a inicios e este año.
Desde este proceso electoral se eligen 4 senadurías por departamento. El MAS conquistó, a la espera de los datos finales oficiales, casi con certeza al menos 2 cargos en cada uno de los departamentos del país y en al menos 3 o 4 departamentos se hizo con las 4 representaciones en disputa. La derecha perdió su mayoría en ésta cámara, el MAS tiene dos tercios garantizados.
En la cámara de diputados la situación es clara, los dos tercios también están garantizados.
El gobierno está dando señales de que a pesar de esta mayoría holgada en la Asamblea, se estará siempre abierto al diálogo y el consenso. Sin embargo, la nueva correlación de fuerzas en la Asamblea garantiza la profundización del proceso de transformaciones aunque la oposición intente poner trabas.
La derecha se quedó sin su discurso de la Bolivia autoritaria y dividida
Los resultados son una expresión clara de que se acabó el discursito creado por los sectores opositores más reaccionarios y su estructura de medios de comunicación empresariales, ese que decía que Bolivia estaba dividida entre oriente y occidente y entre campo y ciudad.
El MAS ganó claramente, con más del 50% de apoyo, en 6 departamentos del país, incluido Tarija que hasta hace poco era uno de los bastiones de la oposición. En Santa Cruz, base de la oligarquía más poderosa de Bolivia, superó la barrera del 40% de apoyo y está a punto de convertirse en la primera fuerza política de la región al igual que en Pando, donde superó el 45% de la votación y lo que es más notable se tuvo más del doble de votación respecto al 2005. En el Beni, como se mencionó, se obtuvo la más baja votación a favor del proceso de cambio, poco más del 35% (que igual es alto), pero también lo más significativo es que fue más del doble respecto al apenas 16% de apoyo que había tenido Evo Morales el año 2005.
La derecha había fomentado un discurso de una Bolivia dividida en dos regiones, el occidente con el la revolución y el oriente contra ella. Ya no hay espacio para ese discursito construido. No hay tal división electoral.
La otra parte del discurso de división del país se expresaba en la diferencia del voto entre campo y ciudades capitales. Otro mito que se derrumbó con estos resultados. El MAS obtuvo el apoyo de casi el 60% de la población que vive en las capitales departamentales, más de la mitad.
Bolivia se enrumba a un proceso de autonomías
Una de las características centrales de la nueva Bolivia posible que va brotando es el carácter autonómico que según la Constitución se da a 4 niveles: departamental, municipal, indígena y regional.
En estas elecciones se garantizó que los 9 departamentos entren en el proceso autonómico, que se instituya la primera región con autonomía en el Chaco tarijeño y se conformen los primeros 9 municipios indígenas (de los 11 que votaron para aquello). Son los primeros pasos y habrá mucho que ajustar, además de acelerar las autonomías indígenas. Pero el camino está decidido, las autonomías son el nuevo marco de la estructuración estatal.
¿Y la oposición de derecha?
La oposición de derecha, oligárquica y logiera especialmente, pero también la más moderada, fue profundamente derrotada en este acto electoral. Su erosión ya venía de la derrota política sufrida luego de su ofensiva violenta de agosto y septiembre del 2008.
Sectores opositores empezaron a pactar con el gobierno, se trata de una suerte de estrategia de sobrevivencia siempre peligrosa pero que demuestra en nivel de erosión y desagregación de la oposición y, fundamentalmente, la ausencia de un proyecto de país o de un proyecto local viable para mantener sus privilegios.
Santa Cruz fue la expresión más visible de las rupturas, disputas y debilidades de la oposición. Situaciones similares se vivieron en otros departamentos como Tarija, Chuquisaca, Beni y Pando.
La candidatura de Plan Progreso, la versión más radical y violenta de la derecha (un candidato a presidente, Manfred Reyes Villa con pasado en las dictaduras, en la alianza con Sánchez de Lozada durante la masacre de octubre del 2003 y que fue revocado de su mandato como prefecto de Cochabamba por el voto popular en agosto del 2008; un candidato a vicepresidente, Leopoldo Fernández, en detención preventiva por su responsabilidad en la masacre de Provenir, Pando, en septiembre del año pasado), no superó el voto de la derecha radical del 2005, expresada entonces en PODEMOS de Tuto Quiroga que había obtenido apenas el 28,59% del total.
Lo más duro es que no consiguieron articular una militancia significativa de extrema derecha que les de presencia significativa en Santa Cruz, Beni y Pando principalmente. Su voto es más bien de la gente que no quiere a Evo Morales, al “indio” en el gobierno, pero que no se consolida como militancia radical de extrema derecha.
El empresario Samuel Doria Medina (Unidad Nacional), apenas superó el 6% de los votos. Su fracaso se suma a otros que desistieron antes de las elecciones como Carlos Mesa o Víctor Hugo Cárdenas.
Si a su fracaso electoral se le suma la casi extinción de los comités cívicos como fuerzas movilizadoras de derecha y el temor creciente de perder algunas de los cuatro gobiernos departamentales que les queda, su situación es poco menos que dramática.
Y viene la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz, una medida para investigar y sancionar a personas que se enriquecieron con fondos del Estado. La derecha sabe que gran parte de sus liderazgos muy debilitados están, para colmo, amenazados por dicha ley debido a sus actos de corrupción pasados y presentes.
4. Los cuatro factores claves de este triunfo histórico
Me parece que hay cuatro factores claves para comprender el notable triunfo electoral del pasado 6 de diciembre.
Los movimientos sociales y el tejido organizativo como garantía el proceso de cambio
Evo Morales y el MAS catalizaron el proceso político y se constituyeron en una alternativa real de gobierno. El proceso de cambios que vive el país no sería posible sin ellos. El presidente boliviano, dirigente cocalero de origen indígena, es sin duda el articulador simbólico y el liderazgo de lo que acontece en el imaginario colectivo y la construcción del bloque popular que empuja la transformación de Bolivia.
Sin embargo, el proceso boliviano va más allá del MAS y del propio Evo Morales. Lo que está sucediendo en Bolivia no sería posible sin un tejido complejo de organizaciones sociales expresado fundamentalmente en los más vigorosos movimientos indígenas y campesinos primero, obreros y urbanos después. La participación de la población en general y la fortaleza de los movimientos sociales es el rasgo distintivo de lo que se fue construyendo a partir del año 2000 hasta ahora. Las ganas de participar en las elecciones es apenas un reflejo de una sociedad crecientemente participativa.
Las políticas económicas
No profundizaremos al respecto con datos que merecerían otro artículo, pero los indicadores económicos del país tanto en tendencias oficiales dominantes como crecimiento, PIB, reservas internacionales y otros se han mostrado sólidos. Pero, fundamentalmente las tendencias de cambio en la distribución de la riqueza (todavía insuficiente) y el fortalecimiento de los sectores más desfavorecidos han hecho impacto en el imaginario de la gente.
La nacionalización de los hidrocarburos y otras áreas de la economía, los procesos iníciales de industrialización y vertebración, el incentivo a la producción soberana de alimentos y de mecanismos de distribución a precio justo y accesible, los sistemas de bonificación para las poblaciones más desfavorecidas, los fondos de fomento empiezan a dar frutos visibles para las mayorías.
La inclusión social
Las políticas de inclusión social en salud, educación, infraestructura, microeconomía y otros campos también llegan directamente a la población. La población tiene una sensación de bienestar y atención diferente al pasado neoliberal. No es perfecto ni mucho menos, son muchos pequeños y algunos grandes avances, que están tocando el cotidiano de las personas.
Pasamos de un Estado ausente a otro interviniente sin centralizar todo, más bien fomentando la vocación a las iniciativas comunitarias, familiares y microempresariales. Se dice que 6 de cada 10 personas están recibiendo algún tipo de beneficio directo desde el Estado.
Un escenario internacional que acompaña el proceso de cambio
El proceso de cambio en Bolivia no sería posible sin países aliados en el contexto regional. Sin ALBA o Unasur. Sin gobiernos y pueblos aliados en América latina y el mundo.
No por nada el presidente Evo Morales mencionó en su discurso, luego de conocer los resultados de las últimas elecciones, lo siguiente: "El triunfo en Bolivia no sólo es para los bolivianos; este triunfo de los bolivianos es, fundamentalmente, un justo reconocimiento, es una dedicación, a presidentes, a gobiernos, a pueblos antiimperialistas".
5. Para terminar, cinco desafíos y contradicciones para trabajar
Creo que en el horizonte se dibujan al menos 5 desafíos y contradicciones en términos estratégicos:
La implementación de la nueva Constitución
Teniendo los dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional y el gran apoyo del pueblo boliviano, ya sólo es posible profundizar la revolución democrática cultural. Eso exigirá cambios en la legislación (se preparan casi 200 nuevas leyes). Tocará estar a la altura del desafío.
Las elecciones de abril para consolidar la victoria reciente
En abril del 2010 se realizarán elecciones para los gobiernos departamentales y municipales bajo el nuevo régimen de autonomías. Será un nuevo momento electoral para consolidar el presente triunfo electoral.
El gobierno, el MAS y los movimientos sociales ya están trabajando para ello. Es fundamental aprovechar este aventón para consolidar triunfos significativos en territorios todavía con presencia opositora más o menos significativa.
Resolver las contradicciones entre un proyecto modernizador y la necesidad de nuevos referentes de civilización por el bien de la humanidad
El nuevo plan de gobierno del MAS está lleno de un imaginario modernizador. Al mismo tiempo el presidente insiste en aportar en la configuración de nuevos parámetros de civilización o de convivencia en la humanidad y de ésta con la naturaleza de manera que superemos la visión dominante en el mundo y no está llevando a la catástrofe.
Estas dos vertientes discursivas tienen complementaciones y contradicciones no resueltas. El país, de manera participativa, requiere seguir profundizando en el debate para ir esclareciendo cada vez mejor el proyecto de país y mundo al que queremos aportar.
No permitir que nos emborrachemos con el poder, la participación como mecanismo de vigilancia permanente
Una victoria tan contundente tiene la tentación de generar una suerte de mareo con el poder. La participación, clave del proceso boliviano de cambio, es la garantía de un control social sobre el gobierno, de críticas y debates necesarios para seguir construyendo, de vigilancia ante los excesos del poder, de una dinámica de permanente gestión participativa de lo público.
Ahí radica la riqueza del proceso de cambio, allí también está la garantía de continuar con el brote de esta otra Bolivia posible.
Profundizar la descolonización
El proceso de cambio no será posible en su consolidación si no radicalizamos (en el buen sentido de la palabra) la descolonización de la sociedad. Sin cambios en la cotidianidad de las personas, en las relaciones que establecemos diariamente, en la simbología y nuestro referentes, el proceso siempre estará amenazado. La descolonización sigue siendo el camino en esta etapa del proceso, así nos los enseñaron sabiamente los movimientos indígenas y campesinos.
La descolonización sigue siendo una manera de deconstruir y reconstruir nuestras cotidianidades, instituciones, paradigmas, saberes y relaciones.
Es tiempo de celebrar, es tiempo de fiesta y de brotar incesante de la vida.
http://evolucion-bolivia.blogspot.com
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