Por Mario Rodríguez I.
En menos de 10 días viviremos tres procesos electorales que marcan algunas de las tendencias del continente. Elecciones en Uruguay, Honduras y Bolivia y de yapa un referéndum constitucional, muy simbólico, en San Vicente y Granadinas.
En Uruguay se tendrá la segunda vuelta electoral este domingo 29 de noviembre. La candidatura del Frente Amplio encabezada por José Mujica, un ex guerrillero, se perfila como la virtual ganadora confirmando una nueva gestión de gobierno de la izquierda moderada. Mujica ya ganó en la primera vuelta electoral y la derecha uruguaya parece incapaz de remontar la ventaja del Frente Amplio.
Uruguay es el país con menor población juvenil del continente, a ello se suma una fuerte tendencia conservadora en la sociedad expresada, por ejemplo, en que en los referéndums realizados simultáneamente a la primera vuelta electoral, la población no dio su apoyo a dos medidas que podríamos definir como progresistas: la posibilidad de enjuiciar a personeros de las dictaduras y permitir el voto de su población en el exterior. Sin embargo, la ciudadanía uruguaya optó mayoritariamente por la candidatura de la izquierda. Varios análisis coinciden que esa suerte de contradicción en el voto obedece a que, a pesar de que la sociedad tenga estamentos conservadores fuertes, la misma identifica que en tiempos de crisis económica mundial, es la izquierda la que tiene un proyecto político y económico viable, coherente y más justo. La derecha aparece sin proyecto y cada vez más desubicada (situación por demás similar en el mundo, el continente y nuestro país, basta observar las limitaciones profundas de los programas del PPB y UN).
En el caso de Honduras la situación es más delicada. Se trata de una estrategia estadounidense para legalizar gobiernos salidos del uso de la fuerza y provocar una creciente amenaza militar asociada a la instalación de bases militares como en Colombia. Las elecciones hondureñas, también de este domingo 29, no tienen legitimidad, son producto de un golpe de estado con represión brutal y de una ilegalidad vergonzosa. De momento sólo Estados Unidos y unos gobiernos serviles de Panamá y Perú (de seguro pronto también Colombia), han anunciado el reconocimiento de ese proceso electoral. Países como Brasil, España, Venezuela, Ecuador, Bolivia, El Salvador o Nicaragua entre otros, ya han anunciado su rechazo. Si a ello sumamos que más de un centenar de candidatos de los partidos habilitados para ese acto, todos de derecha, han renunciado a participar de las mismas por su ilegitimidad, el panorama se muestra como complejo. En Honduras se juega, ante la ofensiva estadounidense, la capacidad movilizadora que arrincone las elecciones, consolide su ilegitimidad e ilegalidad y provoque una mayor articulación social para emprender un definitivo proceso de cambio en ese país centroamericano.
Honduras nos duele, en medio de tanta represión (ayer apareció un nuevo líder de la resistencia asesinado luego de haber sido detenido por las fuerzas represoras). Pero también nos alimenta la certeza que algo profundo está sucediendo. Ese país hermano nos muestra esta tendencia continental de que los pueblos ya no agachan la cabeza, ahora se yerguen dignos para transformar sus sociedades.
Las elecciones en Bolivia son la confirmación de un proceso hermoso, complejo, con limitaciones, pero profundamente intenso de descolonización y de un pueblo que está decidido a seguir transformando su historia. Aquí se condensa de alguna manera esa ausencia de proyecto de la derecha, esa su incapacidad de proponer novedades viables y coherentes (por eso se refugia en poner en duda el padrón electoral cuando ésta es la elección más transparente de nuestra historia; o busca incentivar un voto cruzado para ver si puede cosechar alguito ante su cada vez más miserable apoyo).
Aquí también se condensan, como en Honduras, esas ganas del pueblo de movilizarse, de organizarse, de decidir su destino y no amedrentarse ante la represión, las amenazas externas o las groseras mentiras de las grandes cadenas mediáticas.
Aquí se vivencia la construcción de un continente cada día más descolonizado, más dispuesto a construir colectivamente, de manera complementaria, una vida más incluyente, equitativa, justa y digna, por sobretodo, más nuestra.
La yapa es el referéndum por una nueva constitución que se celebró este miércoles en San Vicente y Granadinas (no tengo los resultados todavía). La nueva constitución, entre otras cosas, consagra la definitiva independencia de ese país Antillano luego de su primera declaratoria de 1979, pasando a ser un estado republicano de modo que la Reina Isabel II de Inglaterra deja de ser la cabeza del mismo. Otro ejemplo de un pasito más en la descolonización del continente, esa que se articula procesos de cambios profundos que toca defender a través del voto, como en Bolivia y Uruguay, o de la movilización como en Honduras.
http://evolucion-bolivia.blogspot.com/
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