miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Defensa de la Madre Tierra

Fragmento del Libro de Alvaro Garcia Linera (Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia), "EL "OENEGISMO", ENFERMEDAD INFANTIL DEL DERECHISMO (O CÒMO LA "RECONDUCCION" DEL PROCESO DE CAMBIO ES LA RESTAURACION NEOLIBERAL)" paginas 151 - 166
 
El último título del Documento de los críticos está dedicado a la Madre Tierra. Ellos afirman que el Gobierno de los Movimientos Sociales ha asumido el “diseño subimperial del capitalismo brasileño para implementar megaproyectos de infraestructura” [i], colocando como ejemplo la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.
 
O estos caballeritos nunca han visto un mapa de Bolivia o su inconsciente transnacionalizado les ha traicionado y nos exponen sus íntimos deseos de un Brasil que tenga como frontera a Trinidad!!! Estos señores deberían dedicar un poco de tiempo a conocer el país, o al menos conocerlo en el mapa. La carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos–Trinidad llega al corazón del departamento del Beni, a casi 300 kilómetros de la frontera con el Brasil. No llega a ninguna frontera que habilitaría supuestamente un bioceánico que “favorecería a los intereses brasileros”. Los únicos favorecidos por esa carretera van a ser los departamentos del Beni, de los valles y el altiplano que van a poder integrar sus actividades, sus poblaciones y sus capacidades productivas de manera directa, sin pasar obligatoriamente por Santa Cruz.
 
Ese es el meollo del asunto. Los pobladores de los valles y el altiplano, los pobladores de la amazonía, que tenían que tardar tres días y recorrer cerca de 900 kilómetros para ir de un lugar a otro, ahora tardarán horas y cerca de 300 kilómetros para cumplir su cometido. Es pues una necesidad vital de comunicación entre pobladores de un mismo país.
 
Ahora, es verdad que como los funcionarios de las ONG´s ambientalistas viajan en avión, esos días de caminata y de viaje no les importan un comino. Como tienen luz, agua potable, movilidad, Internet, y televisión a la mano, les tiene sin cuidado que otros bolivianos carezcan de estos medios materiales de existencia.
 
Pero para el campesino que produce alimentos, para el indígena que necesita comprar implementos laborales, para el comerciante y transportista, para el poblador de a pie, acortar 100, 200 o 500 kilómetros las distancias como lo permitirá esa carretera, representa un gran ahorro de tiempo, de esfuerzo, de recursos, y la posibilidad de una integración con el resto de sus hermanos bolivianos. Y ésa es precisamente la obligación constitucional del Gobierno Revolucionario: hacer todos los esfuerzos por consolidar la unidad del país, trabajar para la vertebración de las regiones, garantizar el ejercicio de los derechos básicos de todos los pobladores. Por eso la decisión de construir esa y otras carreteras a lo largo del país.
 
Uno de los factores que ha impedido una cohesión óptima de la sociedad en estos siglos ha sido precisamente el aislamiento de las regiones. Asediadas por el Estado exaccionador, cada región estaba nula o débilmente vinculada a las otras. Esto llevó a ese sentimiento, aún presente, de que cada región se considere como una pequeña Patria, en detrimento del sentimiento de pertenencia a la Patria común.
Por ello, uno de los principales rubros de inversión del Estado Plurinacional ha sido el de la construcción de caminos:
 
 grafico
 
Se trata de la mayor inversión en carreteras de toda la historia del país, y está presente en los 9 departamentos de Bolivia, buscando consolidar la integración material de sus actividades, de las personas, de la cultura y de las conquistas sociales.
 
Los críticos denuncian que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos se estaría haciendo con crédito brasilero, y se les antoja eso como una sumisión al “subimperialismo”. ¿Pero entonces la carretera Potosí-Tarija, reclamada durante décadas por los pobladores de ambos departamentos, debería ser calificada de una imperdonable “pérdida de soberanía ante Brasil”, y la carretera Rurrenabaque-Ixiamas, un gasto “inadecuado” a las necesidades nacionales?
 
Tanto es el desinterés y desprecio por la realidad de los pueblos y regiones por parte de estos “resentidos”, que con seguridad si van a Potosí a decirles a los potosinos que esa carretera es “innecesaria a los intereses nacionales”, los expulsan montados en un burro. O si se les ocurriera ir a San Buenaventura a proclamar que la carretera a Ixiamas es parte del modelo “subimperial de dominación”, seguro los devuelven a pie hasta La Paz con una arroba de caña de azúcar en la espalda para que aprendan un ápice de lo que es soportar la verdadera dominación de la exclusión y el abandono al que las regiones y los pueblos de Bolivia fueron condenados durante siglos.
 
Por supuesto que las carreteras se construyen con créditos, y el Gobierno los tiene de Brasil, del BID, de la CAF, de Venezuela, del Banco Mundial. Y es así, no porque Brasil, la CAF, o Venezuela hayan obligado al país a construir esas carreteras. Fue el Gobierno el que definió qué carreteras son necesarias y estratégicas para su vertebración, su desarrollo económico, su equilibrio regional y su seguridad nacional, y a partir de esos criterios se fue en búsqueda de créditos para implementar esos proyectos. Y lo mismo se hace con los proyectos de riego, de electrificación, de alcantarillado y agua potable, de infraestructura para salud y educación. Y a nadie, sólo a estos “brillantes” críticos, se les ha ocurrido la desfachatez de calificar esos créditos como una “pérdida de soberanía”.
 
Tener agua, luz, riego, alcantarillado, comunicación, salud, educación, no significa ninguna “pérdida de soberanía”. Por el contrario, no puede haber soberanía, o mejor, la soberanía es una palabra al aire si un Estado no es capaz de garantizar la satisfacción social de esas necesidades básicas de agua, luz, riego, vertebración carretera, a toda la población.
La contratación de créditos no afecta a la soberanía siempre y cuando quien decide qué hacer con ellos sea el país acreedor, en función a las necesidades y planificaciones estratégicas del pueblo.
Y si utiliza crédito externo para las inversiones de infraestructura lo hace por doble motivo: porque el ahorro interno no es aún lo suficientemente grande como para asumir todas las actividades de despegue económico simultáneamente, como la industrialización del gas, la industrialización del litio, el abastecimiento de agua, la generación de electricidad, la provisión de servicios básicos, la construcción de carreteras. Todas ellas necesidades imprescindibles para toda la población. Pero además, porque un curso básico de economía de primer año de universidad, les puede mostrar a los críticos que los escasos recursos del ahorro interno como las Reservas Internacionales, deben ser invertidos en actividades económicas de elevada, rápida, estratégica y segura rentabilidad, a fin de garantizar el retorno hacia los propietarios de esos recursos, o sea el propio pueblo boliviano. En cambio los créditos externos, de 15, 20 ó 30 años de plazo, deben ser invertidos en esferas de lento o nulo retorno como los de la infraestructura básica, sin por ello poner en riesgo el ahorro colectivo de la sociedad. Y eso es precisamente lo que ha hecho el Gobierno.
 
¿Quiénes se oponen a la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos?
Primero, algunos dirigentes de algunas organizaciones indígenas del parque Isiboro Sécure y de algunas organizaciones regionales. No son todos los dirigentes, ni todas las organizaciones, ni todas las comunidades.
 
De hecho, hay dirigentes y comunidades indígenas y campesinos del mismo parque que han aceptado la construcción de la carretera porque saben que eso les ayudará en su actividad agrícola y productiva[ii]. Incluso en reuniones con las propias comunidades del parque, varias de ellas plantearon considerar la posibilidad de que el camino haga un recorrido en zigzag para llegar hasta las puertas de sus propias comunidades.
 
De la misma manera, son numerosos los pronunciamientos de los indígenas y campesinos de la región del Chapare y de los llanos de Moxos, cuyas decisiones y necesidades también cuentan, que no sólo aceptan sino que exigen que de una buena vez se construya esa carretera de integración departamental.
 
La voz y necesidad de estos sectores indígenas y campesinos es algo que los críticos no toman en cuenta porque para ellos existen indígenas de “primera” e indígenas de “segunda”. Los de “primera” serían aquellos susceptibles de caer en las redes de subordinación prebendal de las ONG´s, y a quienes se considera como los únicos con derecho a voz.
 
Los otros indígenas y campesinos, aquellos que ya sea dentro del parque Isiboro-Sécure o fuera de él, no están en las redes prebendales de las ONG’s, a los críticos, en una nueva muestra de racismo desbocado, se les antoja que promoverán con su presencia la ilegalidad del narcotráfico, como recientemente lo expresó Alejandro Almaráz.
Una parte de los compañeros que se oponen a la carretera, tienen argumentos legítimos referidos a la preocupación sobre el control de los recursos del bosque y el impacto sobre el medio ambiente que es su hábitat. Corresponde a los funcionarios de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) oír esas preocupaciones, recoger propuestas y plantear soluciones que despejen esas preocupaciones.
 
Es posible trabajar para que la carretera no afecte la estructura reproductiva del parque, para que se garantice el régimen propietario de la tierra a favor de los indígenas que habitan el bosque, etc. Las consultas a las comunidades afectadas que tanto la Constitución y la ley mandan realizar, en el marco del predominio del interés y necesidad de todo el pueblo boliviano, servirán para ello.
 
¿Quiénes más se oponen?
Varias ONG´s ambientalistas, y éstas son el verdadero sujeto del rechazo. En realidad son personas con intereses extranjeros, que en sus países de origen han destruido los bosques en el altar de la explotación industrial, y que ahora buscan conservar los recursos medioambientales que “equilibren” su acción depredadora, en otros países que no son los suyos. No se crea que son unos industrialistas arrepentidos. Para nada. Fueron y siguen siendo depredadores de la naturaleza y mercaderes de la vida.
 
Sólo que les resulta más rentable destruir toda la naturaleza a su paso en los países de alto desarrollo industrial, y pagar migajas en los países del tercer mundo para que las poblaciones sumidas en la carencia y en la pobreza absoluta “cuiden” los bosques y la biodiversidad a nombre de ellos, hasta cuando consideren necesario depredar esa “reserva”. Resulta así que a favor de un negocio de alta rentabilidad de las grandes transnacionales, se impide afectar bosques, se obliga a no utilizar cursos de agua, se limita la actividad manufacturera de pueblos y naciones enteras congeladas en el abandono, la desvertebración y la carencia material, a fin de preservar el medio ambiente para los que no supieron hacerlo. Las grandes transnacionales nos venden el discurso de la protección de nuestros bosques en nombre de la “humanidad”, pero cuando se trata de los recursos financieros, del petróleo o del conocimiento científico-tecnológico, éstos ya no son de la “humanidad” y sólo les pertenecen y son para ellos. ¿Por qué los recursos financieros globales no se vuelven patrimonio de la humanidad, a disposición de todos los países del mundo? ¿Por qué los conocimientos científico-tecnológicos de las mega corporaciones no se vuelven patrimonio planetario al servicio y disposición gratuita de todos los habitantes del mundo? A los bolivianos nos hablan a nombre de la “humanidad” cuando se trata de cuidar los bosques, pero cuando se trata de distribuir los recursos financieros y científicos planetarios, ni la mencionan.
 
Existen pues intereses transnacionales que quieren convertirnos en “guardabosques”, sin derecho a luz, carreteras, servicios básicos, sin derecho a utilizar, en una relación de diálogo, a la naturaleza para satisfacer moderadamente nuestras necesidades.
 
Y ahí entran en escena algunas ONG´s ambientalistas, que son el brazo operativo de estos tenebrosos intereses transnacionales que legitiman la industrialización depredadora en el norte, precautelando a su nombre, y a costa de su bolsillo, el proteccionismo ambiental en el sur.
 
Son estos intereses externos los que financian fundaciones, ONG´s, comentaristas, formadores de opinión de países de África, América Latina y Asia para llevar adelante campañas de “protección del medio ambiente”. Con una resolución, que merecería mejores propósitos, proclaman que no hay que tocar nada de la naturaleza, que no hay que utilizar los cursos de los ríos, que no hay que sembrar porque se degrada el suelo, que no hay que arrancar las hojas porque se mata la biodiversidad, que no hay que mirar a las aves porque se les hace daño, en fin, que hay que convertirse en estatuas de sal para preservar la “biodiversidad”.
 
¿Y la comida para la gente, que también es parte de la naturaleza? ¿Y el agua, y la luz, y las carreteras, y los derechos materiales de las personas para crear una comunidad satisfecha? Les tiene sin cuidado. Como no son ellos quienes no tienen luz, agua, o alimentos, o medios de vertebración, ese reclamo es una contingencia colateral.
 
Pero la población real, de carne y hueso, no la del informe administrativo para el financiador, necesita alimento, necesita cultivar, necesita transportarse, necesita luz, necesita implementos técnicos, necesita vivir dignamente, y ello supone actuar en el medio ambiente, afectarlo, modificarlo. Si no, ¿de dónde saldrán los recursos para satisfacer las necesidades? Al fin y al cabo no todos pueden recibir el salario de la fundación para satisfacer esos requerimientos.
 
No se puede condenar a la miseria y al abandono a las poblaciones con tal de satisfacer el negocio “medioambiental” de países extranjeros y de transnacionales tal como nos proponen los “resentidos”. Ni tampoco se puede obstruir las acciones de integración departamental imprescindibles para cualquier sociedad, con tal de no “tocar” la “reserva” que perpetúa el abandono y privación material de muchos bolivianos.
 
Y es que, ¿por qué tenemos que pagar nosotros con nuestro “inmovilismo” productivo, con nuestra miseria y desvinculación (que genera pobreza), las consecuencias de la orgía depredadora de los países industrializados?
 
Como país y como sociedad tenemos derecho a mantener un intercambio metabólico con la naturaleza para satisfacer las necesidades tanto del ser humano como de la propia naturaleza. Y por supuesto, también tenemos derecho a no seguir los pasos destructivos del entorno material que llevó adelante la industrialización capitalista. Eso lo sabemos, y lo saben los campesinos y los indígenas que demandan la construcción de la carretera. Ése es el gran reto de la ruta industriosa que lleva adelante el Gobierno de los Movimientos Sociales: construir una forma de intercambio dialogante con la naturaleza que así como logra obtener los elementos materiales para la satisfacción de las necesidades básicas de la población, también logra reproducir los nutrientes básicos de su propia reproducción.
 
Pero las cosas no se detienen ahí. A esta velada complicidad de los críticos con el gran negocio del medioambientalismo transnacional, se suma una complicidad política tanto o más reaccionaria.
 
Resulta que el tercer actor opuesto agresivamente a la construcción de la carretera, es la oligarquía cruceña, especialmente la ganadera que con el monopolio del faenado del ganado en los mataderos cruceños ha logrado subordinar la totalidad de la actividad ganadera beniana a los precios fijados por ellos.
 
Una carretera entre Beni y Cochabamba permitirá a los ganaderos, pequeños y medianos del Beni, vincularse directamente con los mercados de consumo de la carne beniana en los valles y el altiplano, rompiendo la intermediación y la dependencia hacia el exclusivo grupo empresarial que controla el precio de la carne puesta “en gancho”.
 
Por ello, no es una novedad que los principales opositores a este proyecto de integración vial, desde hace décadas, sean estos grupos monopólicos que mantienen al Beni como su patio trasero. Y en esa tarea, se encuentran entre sus más leales aliados, las autoridades regionales benianas, expertas en el soborno de dirigentes.
 
He aquí que los “resentidos”, supuestos abanderados de la “autonomía revolucionaria de los pueblos”, feroces “anticapitalistas y anticolonialistas”, se lanzan genuflexos ante el llamado de la oligarquía cruceña, ayer separatista, hoy pseudo-ambientalista y anti-integracionista.
 
Lo más gracioso de toda esta farsa política de los críticos, es que le reclaman al Gobierno mayor firmeza para con las oligarquías, siendo que ellos actúan como los alarifes virtuosos de los intereses materiales de ellas. Triste y decadente papel de quienes a nombre de la “reconducción del Proceso de Cambio”, acaban en realidad como los restauradores del proceso neoliberal y de la penetración de los intereses transnacionales, y como los defensores de seculares desequilibrios geopolíticos favorables a las oligarquías locales reaccionarias.
 
En resumen, los críticos, ayer amigos en el Gobierno, hoy resentidos en la oposición, mienten, tergiversan y engañan sobre lo que sucede con el Proceso de Cambio. Y en su cometido se adhieren a la totalidad de las farsas, mentiras y ataques de la derecha neoliberal y restauradora del viejo régimen, y al final, los críticos no hacen más que jugar el papel de “conciencia desdichada” de la derecha política restauradora.
 


[i]  Pág 6.
 
[ii]  Ver periódicos: Opinión, del 16 de julio de 2011 (pág. 16A) y La Razón, del 18 de julio de 2011 (pág. A8/A9).

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