Por José R. Torrico Gumucio
El ser humano es una de cientos de especies que durante millones de años han evolucionado permanentemente mediante un proceso de selección natural en el cual los especímenes más fuertes de cada especie lograban pasar a la siguiente etapa evolutiva perpetuando su especie y transmitiendo sus genes.
Algunos de estos animales tuvieron características físicas que fueron las que permitieron mantener sus genes en las nuevas generaciones que habitan el planeta, por ejemplo la velocidad con la que persiguen a sus presas o el tamaño de cada ejemplar. En otros casos más que un atributo físico fue un atributo intelectual el que dio a la especie la posibilidad de trascender en la historia. Estos atributos intelectuales podrían ser la sofisticación permanente de sus tácticas de caza, la rapidez con la que se adapta a cambios en el medio ambiente, el uso de herramientas para cacería, la recolección de frutos y cultivo de vegetales, la observación e interpretación de señales de su medio ambiente, la cooperación social y la comprensión de su rol como especie.
El ser humano, como especie que habita el planeta, ha pasado por etapas evolutivas y los restos fósiles de los homínidos como los Neandertales o los Australopitecos, son evidencia de la existencia breve de otras especies de homínidos que se extinguieron durante el proceso de selección natural. Muchos científicos atribuyen la extinción de estas especies de homínidos a la presencia y expansión del Homo Sapiens, el homínido que puebla el planeta y del cual descendemos todos los seres humanos modernos.
Durante los últimos siglos el ser humano ha poblado y explorado todos los rincones de nuestro planeta en búsqueda de los recursos naturales que le sirven para su modelo de vida social. El uso de herramientas, recursos combustibles y la posibilidad de generar alimento mediante la agricultura y la crianza de animales para el consumo humano ha permitido su expansión.
El hacinamiento de seres humanos en grandes ciudades ha dado lugar a formas de vida que implican el uso intensivo de los recursos que son tomados del planeta para fomentar una forma de entender las sociedades humanas que es contaminante y destructiva para el medio ambiente.
Una especie que por medio de su actividad puede devastar grandes extensiones del planeta está condenada a su propia extinción porque estos recursos no son infinitos y porque ellos, los recursos y los humanos, dependen de un medio ambiente sano, limpio y equilibrado.
El ser humano enfrenta un dilema que se resolverá durante las próximas generaciones: usar el poder de la mente consciente racional para replantear su forma de vida en el planeta o forzar a la naturaleza a llevar adelante un nuevo proceso de selección natural en el que la extinción masiva de especies es inminente.
Después de haber vivido dos meses de humareda intensa en Bolivia, producto de la quema de terrenos y grandes extensiones boscosas en la región suramericana, temo que el ser humano como especie planetaria no reaccione a tiempo como para darse cuenta que debe replantear su forma de vida en el planeta. Intentamos crear sociedades justas y desarrolladas y en nuestro concepto de desarrollo estamos progresivamente devastando el planeta. Dos meses con humo en el ambiente solo puede ser producto de miles o millones de hectáreas quemadas a lo largo de toda Sudamérica. Un triste escenario que vivimos actualmente y que no tiene precedentes.
Si como seres humanos, como sociedades humanas planetarias, no reaccionamos rápidamente (en los próximos 5 a 10 años), la factura que nos demandará pagar el planeta será extremadamente cara. Debe plantearse la reinvención de las sociedades, la reducción planificada de la cantidad de seres humanos que habitan el planeta y la preservación de espacios que aún quedan. Debemos progresivamente recuperar espacios para que la naturaleza pueda repoblarlos con especies animales y vegetales nativas en cada región del planeta. Pero tenemos que actuar inmediatamente.
Para cada barrio nuevo que se construye en cada ciudad, para cada nuevo edificio, para cada nuevo condominio y para cada nuevo poblado que se crea se necesita una mayor cantidad de terreno para cultivar el alimento, recursos para criar el ganado, agua para abastecer las necesidades, explotación de hidrocarburos para mantener en movimiento los vehículos, mayor generación de energía eléctrica para proveer los servicios básicos a esa nueva población humana.
En términos medio ambientales, por cada barrio que se construye en una ciudad, por cada edificio nuevo, el costo a mediano plazo es carísimo, pues implica la auto exterminación de nuestra especie.
Es necesaria una reflexión y acción oportuna de todo el conjunto de seres humanos. Necesitamos reinventar las sociedades y su actividad. Se necesita reenfocar el desarrollo priorizando la conservación del planeta, el bienestar del ser humano y la exploración del espacio. Para ello es necesario forzar un salto evolutivo mediante el uso del poder de la mente consciente racional.
Algunos de estos animales tuvieron características físicas que fueron las que permitieron mantener sus genes en las nuevas generaciones que habitan el planeta, por ejemplo la velocidad con la que persiguen a sus presas o el tamaño de cada ejemplar. En otros casos más que un atributo físico fue un atributo intelectual el que dio a la especie la posibilidad de trascender en la historia. Estos atributos intelectuales podrían ser la sofisticación permanente de sus tácticas de caza, la rapidez con la que se adapta a cambios en el medio ambiente, el uso de herramientas para cacería, la recolección de frutos y cultivo de vegetales, la observación e interpretación de señales de su medio ambiente, la cooperación social y la comprensión de su rol como especie.
El ser humano, como especie que habita el planeta, ha pasado por etapas evolutivas y los restos fósiles de los homínidos como los Neandertales o los Australopitecos, son evidencia de la existencia breve de otras especies de homínidos que se extinguieron durante el proceso de selección natural. Muchos científicos atribuyen la extinción de estas especies de homínidos a la presencia y expansión del Homo Sapiens, el homínido que puebla el planeta y del cual descendemos todos los seres humanos modernos.
Durante los últimos siglos el ser humano ha poblado y explorado todos los rincones de nuestro planeta en búsqueda de los recursos naturales que le sirven para su modelo de vida social. El uso de herramientas, recursos combustibles y la posibilidad de generar alimento mediante la agricultura y la crianza de animales para el consumo humano ha permitido su expansión.
El hacinamiento de seres humanos en grandes ciudades ha dado lugar a formas de vida que implican el uso intensivo de los recursos que son tomados del planeta para fomentar una forma de entender las sociedades humanas que es contaminante y destructiva para el medio ambiente.
Una especie que por medio de su actividad puede devastar grandes extensiones del planeta está condenada a su propia extinción porque estos recursos no son infinitos y porque ellos, los recursos y los humanos, dependen de un medio ambiente sano, limpio y equilibrado.
El ser humano enfrenta un dilema que se resolverá durante las próximas generaciones: usar el poder de la mente consciente racional para replantear su forma de vida en el planeta o forzar a la naturaleza a llevar adelante un nuevo proceso de selección natural en el que la extinción masiva de especies es inminente.
Después de haber vivido dos meses de humareda intensa en Bolivia, producto de la quema de terrenos y grandes extensiones boscosas en la región suramericana, temo que el ser humano como especie planetaria no reaccione a tiempo como para darse cuenta que debe replantear su forma de vida en el planeta. Intentamos crear sociedades justas y desarrolladas y en nuestro concepto de desarrollo estamos progresivamente devastando el planeta. Dos meses con humo en el ambiente solo puede ser producto de miles o millones de hectáreas quemadas a lo largo de toda Sudamérica. Un triste escenario que vivimos actualmente y que no tiene precedentes.
Si como seres humanos, como sociedades humanas planetarias, no reaccionamos rápidamente (en los próximos 5 a 10 años), la factura que nos demandará pagar el planeta será extremadamente cara. Debe plantearse la reinvención de las sociedades, la reducción planificada de la cantidad de seres humanos que habitan el planeta y la preservación de espacios que aún quedan. Debemos progresivamente recuperar espacios para que la naturaleza pueda repoblarlos con especies animales y vegetales nativas en cada región del planeta. Pero tenemos que actuar inmediatamente.
Para cada barrio nuevo que se construye en cada ciudad, para cada nuevo edificio, para cada nuevo condominio y para cada nuevo poblado que se crea se necesita una mayor cantidad de terreno para cultivar el alimento, recursos para criar el ganado, agua para abastecer las necesidades, explotación de hidrocarburos para mantener en movimiento los vehículos, mayor generación de energía eléctrica para proveer los servicios básicos a esa nueva población humana.
En términos medio ambientales, por cada barrio que se construye en una ciudad, por cada edificio nuevo, el costo a mediano plazo es carísimo, pues implica la auto exterminación de nuestra especie.
Es necesaria una reflexión y acción oportuna de todo el conjunto de seres humanos. Necesitamos reinventar las sociedades y su actividad. Se necesita reenfocar el desarrollo priorizando la conservación del planeta, el bienestar del ser humano y la exploración del espacio. Para ello es necesario forzar un salto evolutivo mediante el uso del poder de la mente consciente racional.
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