Por José R. Torrico Gumucio
Hoy llovió, intensamente, cerca del medio día. Entre el ajetreo por salir de la oficina, para almorzar, y esperar por un taxi libre en la vereda, me puse a observar un árbol que está cerca de la puerta de la oficina, creo se trata de un molle.
El agua que caía, en la calle, y en las paredes de los edificios, rápidamente se ensuciaba, de tierra estéril y contaminantes… y se dirigía… rápida, sucia… hacia los drenajes de la alcantarilla. Esa agua no dará vida. Y entonces miro el árbol, indiferente, me miraba…. y bebía grandes sorbos de lluvia, disfrutaba toda el agua que necesitaba… abundante, limpia, sin ensuciarla … tomando lo estrictamente necesario… dejaba que el resto de lluvia fluya, limpia, hacia todo ser viviente alrededor y de esa forma… multiplicaba la vida.
Luego… a mi retorno… la lluvia había pasado, el sol dejaba escapar largos rayos de luz… cálidos, poderosos, seguros. El asfalto se calentaba rápidamente, el sol secaba los pocos charcos de agua que quedaron de la lluvia. La mínima brisa ya levantaba el polvo y la mezcla de contaminantes que el agua de lluvia había mezclado rato antes y los humanos, entregados a su ceguera, al caminar lo levantaban, lo respiraban.
Entonces, antes de ingresar a la oficina, no pude evitar volver a mirar aquel soberbio árbol que, orgulloso e indiferente, bebía agua limpia de la lluvia hace un momento… y que ahora… el árbol… parado y en un gesto como si levantantara las manos hacia el sol… se deleitaba con la energía que los rayos de sol traían… indiferente, limpio , sin contaminar el aíre alrededor, nuevamente multiplicando la vida.
Y los humanos nos pensamos inteligentes!. ¿Cuanto desperdiciamos en cada gota de lluvia que cae en el asfalto?... en cada brisa llena de polvo y smog… en cada rayo de sol que se desperdicia en el cemento estéril de nuestros edificios. Realmente somos tan inteligentes? … Pregúntale al árbol!.
Y el árbol me responde, con una mueca, irónico y pasible en su posición., sin dejar de disfrutar cada rayo de sol y cada gota de lluvia. Entonces veo, claramente, en mi mente, un mundo de humanos que conviven con la madre tierra y de ella aprenden… a tomar solo lo que necesitan… a dejar correr sin contaminar lo que no necesitan… a multiplicar la vida… si, como el árbol!…. Y entonces veo edificios llenos de paneles que capturan cada rayo de sol que toca su superficie…. y lo convierten en energía limpia, y recipientes que capturan solo el agua necesaria… limpia, para beberla y disfrutarla, sin desperdiciarla, sin ensuciarla… sin quitarsela a los peces, a los ríos, a los bosques…. Si, como el árbol. Y entonces el árbol, hasta ese segundo indiferente, me mira y como si hubiera podido ver mi pensamiento, hace un gesto de satisfacción y deja escapar una bocanada de aire limpio, aire fresco que me acaricia la cara…. como preguntándome si ahora comprendo como fluye la vida… limpia… multiplicándose a su paso.
Entonces pienso y siento esa paz. ¿Estamos comenzando a aprender de la naturaleza?… ¿Cuándo nos separaron?. Pronto, cuando podamos aprovechar toda gota de lluvia y cada rayo de sol, entonces podremos… como el árbol!... multiplicar la vida.
El agua que caía, en la calle, y en las paredes de los edificios, rápidamente se ensuciaba, de tierra estéril y contaminantes… y se dirigía… rápida, sucia… hacia los drenajes de la alcantarilla. Esa agua no dará vida. Y entonces miro el árbol, indiferente, me miraba…. y bebía grandes sorbos de lluvia, disfrutaba toda el agua que necesitaba… abundante, limpia, sin ensuciarla … tomando lo estrictamente necesario… dejaba que el resto de lluvia fluya, limpia, hacia todo ser viviente alrededor y de esa forma… multiplicaba la vida.
Luego… a mi retorno… la lluvia había pasado, el sol dejaba escapar largos rayos de luz… cálidos, poderosos, seguros. El asfalto se calentaba rápidamente, el sol secaba los pocos charcos de agua que quedaron de la lluvia. La mínima brisa ya levantaba el polvo y la mezcla de contaminantes que el agua de lluvia había mezclado rato antes y los humanos, entregados a su ceguera, al caminar lo levantaban, lo respiraban.
Entonces, antes de ingresar a la oficina, no pude evitar volver a mirar aquel soberbio árbol que, orgulloso e indiferente, bebía agua limpia de la lluvia hace un momento… y que ahora… el árbol… parado y en un gesto como si levantantara las manos hacia el sol… se deleitaba con la energía que los rayos de sol traían… indiferente, limpio , sin contaminar el aíre alrededor, nuevamente multiplicando la vida.
Y los humanos nos pensamos inteligentes!. ¿Cuanto desperdiciamos en cada gota de lluvia que cae en el asfalto?... en cada brisa llena de polvo y smog… en cada rayo de sol que se desperdicia en el cemento estéril de nuestros edificios. Realmente somos tan inteligentes? … Pregúntale al árbol!.
Y el árbol me responde, con una mueca, irónico y pasible en su posición., sin dejar de disfrutar cada rayo de sol y cada gota de lluvia. Entonces veo, claramente, en mi mente, un mundo de humanos que conviven con la madre tierra y de ella aprenden… a tomar solo lo que necesitan… a dejar correr sin contaminar lo que no necesitan… a multiplicar la vida… si, como el árbol!…. Y entonces veo edificios llenos de paneles que capturan cada rayo de sol que toca su superficie…. y lo convierten en energía limpia, y recipientes que capturan solo el agua necesaria… limpia, para beberla y disfrutarla, sin desperdiciarla, sin ensuciarla… sin quitarsela a los peces, a los ríos, a los bosques…. Si, como el árbol. Y entonces el árbol, hasta ese segundo indiferente, me mira y como si hubiera podido ver mi pensamiento, hace un gesto de satisfacción y deja escapar una bocanada de aire limpio, aire fresco que me acaricia la cara…. como preguntándome si ahora comprendo como fluye la vida… limpia… multiplicándose a su paso.
Entonces pienso y siento esa paz. ¿Estamos comenzando a aprender de la naturaleza?… ¿Cuándo nos separaron?. Pronto, cuando podamos aprovechar toda gota de lluvia y cada rayo de sol, entonces podremos… como el árbol!... multiplicar la vida.
http://evolucion-bolivia.blogspot.com/
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